
Cuando la enfermedad se extiende, las células malignas llegan al sistema linfático, una compleja red de vasos, válvulas, conductos, ganglios y órganos distribuidos por todo el cuerpo que ayudan a proteger el ambiente líquido del organismo mediante la producción, filtración y transporte de linfa, el fluido que contiene las células encargadas de luchar contra enfermedades e infecciones. Las células cancerosas, para su traslado, emplean precisamente los ganglios linfáticos, pequeñas acumulaciones de células defensivas. En el caso del cáncer oral, estos ganglios suelen viajar hasta el cuello, aunque también es posible que alcancen otras partes del cuerpo (hígado, pulmones, cerebro e incluso huesos), igual que ocurre con los tumores originados en el esófago.

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