viernes, 4 de junio de 2010

Consejos para enseñar a pensar a los hijos-ALOPECIA-CONSECUENCIAS Y SOLUCIONES

ALOPECIA-CONSECUENCIAS Y SOLUCIONES

Consejos para enseñar a pensar a los hijos

Fomentar en los hijos la capacidad de preguntar continuamente. Las tres preguntas fundamentales son: ¿qué es?, ¿por qué es así?, ¿cómo lo sabes.
Enseñarles a que quieran pensar. Tanto o más importante que enseñar a pensar es motivar a pensar por cuenta propia.

Conocer y evaluar la realidad. Serán más inteligentes y libres cuando conozcan la realidad, sepan evaluarla y sean capaces de encontrar nuevas vías para solucionar los problemas.

Enseñe a tomar decisiones. La inteligencia es capaz de resolver problemas vitales. No es muy inteligente quien no sea capaz de decidir para resolver sus propios problemas.

Aprender de las equivocaciones. Es imposible no equivocarse, pero es posible aprender de los errores. Evitar a los hijos la experiencia del fracaso, es un paternalismo mal entendido y lo único que fabrica son jóvenes endebles.
Aprender a pensar es aprender a tocar dos instrumentos del pensamiento: la escritura y el discurso, la argumentación fluida de las ideas.

El aprendizaje puede ser divertido si se plantean nuevas preguntas. Recordemos que el hombre no sólo es capaz de solucionar problemas, sino de plantearse nuevos problemas y encontrar las soluciones.

Para aprender a pensar hay que ejercitarse a diario. Enriquezca su lenguaje, enséñeles cada día nuevas palabras, fomente el diálogo y el ejercicio mental que supone defender una causa, argumentar las propias decisiones.

No basta con tener el conocimiento, sino hay que saber lo que se debe hacer con él.

Cuando nos referimos a enseñar a pensar a los hijos, hablamos de proporcionarles las herra­mientas para que ellos mismos sean capaces de tomar decisiones, ser autónomos, asumir las consecuencias de sus actos, afrontar las dificultades e identificar qué es conveniente y qué no para su vida.

Cuando los niños son muy pequeños, sus padres son quie­nes deciden qué deben comer, cuándo es hora de dormir, qué ropa van a usar, etc,sin embargo, cuando ellos van to­mando cierta conciencia, comienzan a identificar gustos, disgustos, necesidades y sentimientos, los padres deben dejar que ellos participen en los procesos de elección y toma de decisiones.

Enseñarles a pensar, también implica educarlos para la reflexión, es decir, estudiar detenidamente qué op­ción es la más adecuada, qué consecuencias conlleva, qué beneficios y qué perjuicios se producirán, antes de dar la última palabra.

Se debe aprovechar cualquier oportunidad para que los hijos tomen alguna decisión según su nivel de madurez, ayudándoles a pensar previamente en las alternativas, exigiéndoles después en que realicen lo decidido o ayudán­doles a valorar si fue o no una decisión acertada.

Tan im­portante es el pensar como el hacer; de nada sirve pensar bien, decidir bien, pero no hacer operativamente nada, y mucho menos sirve hacer sin pensar.

Es importante observar, desde que los hijos son pequeños, su manera de enfrentarse a las situaciones de la vida. Al­gunas preguntas valiosas que nos podemos hacer con res­pecto a la manera de pensar de un hijo son:

-Argumenta sus opiniones?
-Se esfuerza en comprender más que en memorizar?
-Pregunta con frecuencia?
-Busca información?
-Reflexiona antes de decidir sobre sus asuntos personales?
-Cuál es su actitud frente a los problemas y dificultades?
-Cómo utiliza su tiempo libre?

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